27 noviembre 2006

vanidades

Siempre utilizando palabras que nunca significan lo que quiere expresar
haciendo divagar a su antojo los pensamientos que habitan en su cabeza
vive segura de sus inseguridades.

Tiene el viejo hábito, guardado en el ropero,
pero se lo pone de vez en cuando, como para no perder la costumbre.

Las palomas atraídas por su belleza atrapada en el tiempo,
comen el pan de su mano temblorosa, y le rinden culto a su presencia
que ya hace tiempo conoce del invierno y sus inclemencias


Fue así como te vi, sentada en el banco del parque,
soñando que aún eras la que un día fuiste y llorando al darte cuenta
de que no volverás nunca más

1 comentario:

Miguel Rodríguez dijo...

Intenso pero triste finalmente. me gustó!