09 febrero 2007

180 soldados y 37 caballos

El Perú no es Lima, pero Lima refleja todo lo que es el Perú.

Es surrealista caminar por las calles de Lima, ver entremezcladas tantas culturas y razas, tantos matices que manchan el mismo lienzo y nos dejan esa sensación de insatisfacción al cruzarnos con tanta miseria y de chocarnos con tantos miserables.

Todo debe haber tenido un comienzo, y podría empezar desde la época incaica, creo yo, desde que un loco se creyó hijo del Sol y encontró en su pueblo a un montón de serviles. Si bien parece que la cosa funcionó durante algún tiempo, todo ese triángulo se derrumbó una vez que llegaron los españoles, con sus barbas y su caballos, oportunistas ellos, con Pizarro a la cabeza.

Aprovechando el distanciamiento entre Huáscar (quien lideraba la región Sur) y Atahualpa (quien lideraba la región Norte del Tahuantinsuyo), Pizarro citó a Atahualpa en la plaza de Armas de Cajamarca. Y este llegó con su séquito de bailarinas y soldados. El Inca nunca pisaba tierra firme. siempre era llevado en andas; cuenta la historia que las pocas veces que el inca pisó tierra firme, se solía recoger el trozo de tierra que El había pisado, ya que era considerado sagrado.

Cuando Atahualpa llegó a la plaza, no encontró a Pizarro, en su lugar estaba el padre Valverde, con una biblia en las manos. El buen padre Valverde "invitó" a Atahualpa a convertirse a la religión católica y desterrar sus creencias. Le ofreció la biblia. Atahualpa humillado, arrojó la biblia al suelo tras lo cual fue capturado.

Se le tomó prisionero. Atahualpa intuyendo la ambición de Pizarro le ofreció llenar dos cuartos de oro y un cuarto de plata, y efectivamente el cuarto del rescate fue llenado con estos metales, el inca cumplió llenar dicho cuarto empinado y hasta donde llegara su mano. Desde su encarcelamiento, mandó a matar a su hermano Huáscar, debilitando más el resquebrajado imperio.

Pero Pizarro no quería oro, ni plata, quería más: PODER. En el juicio, a Atahualpa se le acusó, entre otras cosas, de haber arrojado los santos evangelios al suelo y fue condenado a ser quemado vivo. Pero esta pena fue conmutada por la del garrote, debido a que Atahualpa aceptó (inexplicablemente) a ser bautizado con el nombre de Juan, y murió como tal.

Pizarro creció siendo un cuidador de cerdos analfabeto y murió como un conquistador.
Atahualpa, quien vivió toda su vida como un privilegiado, murió, como "Juan".

Lo que algunos logran con 180 soldados y 37 caballos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

quiero felicitarte por lo bien que llevas tu blog y decirte una vez màs que estoy muy orgullosa de ti bravo! todos tus articulos son cheveres!!! Isabel S.