Llegamos temprano, aún sin poder creer que Roger Waters estaba respirando el mismo aire (contaminado) que nosotros. Camino al Monumental vimos al enorme cerdo rosado y unos pasos más allá pudimos escuchar la prueba de sonido y entre las cortinas negras fue que creimos ver a dios...y no lo podíamos creer.
Más tarde, luego de hacer "una cola que se creó especialmente para los que habíamos llegado temprano", previa revisión y verificación de tickets, ingresamos al recinto: me sentía como una niña entrando a un parque de diversiones, todo me parecía increíble, todo me parecía lindo. Llegamos a la ubicación destinada, desde ahí podríamos ver a Roger del tamaño de un dedo pulgar, pero no importaba.
Sentados ahí, bajo el oscuro manto de la noche, y aún sin poder creerlo, hablábamos de esto y aquello, mirando impacientemente el reloj
Cuando anunciaron que a las
(editando)
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