22 agosto 2006

Sólo un poco de fluido


En esos días, la temperatura era alta,
los calores tan intensos, tan internos.
La escena se volvía continua y repetitiva, los juegos se hicieron algo cotidiano.
El avance, la promesa, las caricias,
las audaces caricias se convirtieron en ritos y luego en gritos, "¿porqué no jugar? Ya soy grande".

De la novedad al saciamiento,
de la curiosidad a la rutina,
sólo hay un paso,
qué poco que dura una relación basada en sólo "eso"

Tanto y tanto era el calor,
tanto era el ¿amor?, que llegó el invierno,
nos dejó ese hielo, imposible, infranqueable...
el invierno pasó,
pero se quedó la helada sensación de la distancia,
el desamor, el rencor y empezó el temor,
y se hizo certero, se hizo tangible.

Fue entonces que el fluido y el huevo se convirtieron en embrión.
No debió ser, pero fue,
y ahora que las circunstancias que nos unieron son las mismas que nos separan,
las cosas que vivimos ayer, nuestros deseos pretéritos,
se cristalizan en una realidad, que tiene todos los componentes,
menos el amor.

Una limonada sin azúcar, eso es lo que bebo todos los días.

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